martes, 8 de diciembre de 2009

Innovaciones para fomentar la conciencia ética en individuo, la familia, el ejercicio profesional y la investigación desde una perspectiva educativa.

La conciencia ética no se encuentra siempre presente en todos los ámbitos de nuestra vida, sin embargo todos tenemos una ética que conduce todas nuestras acciones.

Es justamente la esencia de la labor de la educación en el siglo que comienza hacer presente dicha conciencia en el sujeto que a traviesa un proceso educativo, así lo indica Morín (1999) en su libro sobre los saberes necesarios para la educación del futuro. La mejor práctica para lograr dicho objetivo, señala Morín (1999), es re-humanizar al ser humano, hacerlo conciente de su condición en el contexto actual.

Como lo señala este autor el ser humano está comprendido en una relación simbiótica entre su individualidad, la sociedad/cultura donde vive y el planeta que habita, retomando está idea se puede decir que el cuerpo ético del individuo se alimenta de estas fuentes, es decir son piezas de la construcción del marco ético de cada individuo.

Tomando en cuenta lo anterior, sería justo pensar que la unidad que representa está triada donde se ubica el individuo es el lugar más acertado para transformarse en un espejo de dicho individuo y pueda mirar ese constructo ético del que está compuesto.

Una forma de lograrlo anterior, sería que en cada familia los miembros de la misma tuvieran la oportunidad de experimentar lo que otro de estos miembros vive cotidianamente y por medio de esta experiencia de aprendizaje deduzca por medio de observar las acciones del otro, dichas conductas que reflejan el marco ético de dicho miembro y por ende de la familia y claramente de sí mismo.

En muchas ocasiones la mayoría de los patrones que reflejan el marco ético de las familias corresponden al marco ético del extracto socio / cultural donde se ubica dicha familia, y que aquello que más se rechaza por dicho grupo es de lo que está compuesto su marco ético.

Un ejemplo muy claro en la sociedad mexicana es el rechazo generalizado a la cultura de la corrupción que se presenta como un discurso de doble moral por que la mayoría de los mexicanos tienden a tener prácticas de corrupción en su vida cotidiana.

Así como el individuo en el plan sociológico cuenta con un marco de comportamiento que refleja su plano ético, dentro del ejercicio de la profesión suceden de forma similar aunque existen otro tipo de regulaciones que la ética profesional ordena para cada profesión.

Un ejemplo muy claro de la infracción a todos los códigos de ética de las profesiones, es la que se da en el marco de la investigación: el plagio. Ya lo señala acertadamente Rojas (1992) al referirse a la cotidianidad de la práctica y la tibieza con que esta se ataca.

En lo particular como científico de la educación, el marco ético que sujeta esta práctica profesional resulta de mucha relevancia debido a que esta profesión tiene por objeto otros sujetos, es decir, otros seres humanos.

Pero este marco ético va mucho más allá de solo atender la parte del trato a las personas que se benefician del ejercicio profesional, si no que comienza su contribución desde la parte epistemológica por que contribuye al fortalecimiento de este campo de estudio al exaltar la dignidad propia de la labor, en este caso, educativa.

Y que atraviesa importantemente la parte metodológica, de formación de profesionales hasta llegar como ya se decía al ejercicio propiamente dicho de la profesión.

Al tomar en cuenta la presencia nuclear de la ética en la vida profesional, no resulta difícil hacer conciencia ética de la misma, pero sin embargo resulta más bien incómodo para los profesionistas reconocer el estado del cumplimiento de un código ético y más bien encontrarse como un marco ético distorsionado que justifica una vida profesional sin sentido.

Una forma muy clara de concientizar dicho estado en la ética de la vida profesional son estas prácticas que se comienzan a dar en las empresas, sobre la “medición” cuantitativa y cualitativa del desempeño, que va más allá del resultado de la persona en su desempeño laboral, si no que revisa los compromisos éticos de su profesión y los contrasta con su desempeño.

Esta idea se observa claramente en mi empleo actual en una cultura organizacional que emana de la filosofía oriental y obliga al individuo a hacer mejor para que la compañía logre ser mejor a su vez

Sin embargo en sociedades como la mexicana, nos encontramos con el obstáculo que se mencionaba anteriormente: nos cuesta recocer que hemos creado un marco ético que se adapta a una práctica profesional deficiente, que a desviado sus objetivos y que solo busca satisfacer intereses personales o ilegítimos, que en este caso no solo van en detrimento de la persona si no de la compañía.

Por lo que la compañía ha creado una serie de estrategias y programas que buscan rescatar el compromiso como profesionista al estar ejerciendo tareas específicas dentro de la compañía y así generar visibilidad sobre el estado del marco ético de cada persona.

Dentro del ámbito académico, siguiente paso en la vida del ejercicio profesional, se encuentra la investigación: la generación de conocimiento resultado de las experiencias obtenidas durante la práctica de la profesión.

Es en este punto donde la ética juega un papel fundamental al ser el aval de que los resultados y en general el proceso de investigación sean efectivamente generadores de nuevos conocimientos dentro del marco de un campo de estudio, disciplina o ciencia.

Como lo describía elocuentemente la Doctora Galbán en su participación en un posgrado del ILCE (2006) la ética permea todas la etapas y participantes de la investigación.

En cuanto al investigador como principal agente generador de conocimiento está obligado a conocer el estado de su marco ético, que intereses lo condicionan, a promover que ideas, a desarrollar que argumentos, a construir que teorías, que a su vez afectarán todo el proceso investigativo.

Al encontrarse la investigación dentro de un contexto generalmente institucional una forma para hacer conciencia objetivo del componente ético, es contar con una comisión objetiva, imparcial basada en principios y estándares tanto éticos como de las disciplinas que aseguren que el ejercicio de conciencia ética se lleve acabo y no este siendo desviado para satisfacer intereses tanto del propio investigador, de la institución o de cualquier agente externo.

La ética es inherente al ser humano, por lo que si buscamos ser y hacer mejores como individuo, sociedad, en el ejercicio de la profesión, etc., es preciso recurrir a la esencia de cada uno y recordar nuestra razón de ser y visualizar el camino hacia el futuro.

Esta reflexión nos ayuda a reafirmar que la ética nos ayuda a dignificar la vida del ser humano, es decir, nos hace más humanos, nos ayuda a mirar así nuestra esencia y reconocernos como parte de una especia en un contexto determinado, es por ello que el favorecer la conciencia ética es una de las principales razones de ser de la educación, Morín la llama “la misión espiritual de la educación”.

Es por ello que los educadores tienen que cumplir con su código deontológico justamente al promover dentro de los procesos educativos la conciencia ética de los individuos, las comunidades, las sociedades y culturas y del ser humano como especie.

Referencias Bibliográficas

Morín, Edgar. “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”. Correo de la UNESCO, 1999.

Rojas Soriano, Raúl. “Formación de investigadores educativos” Editorial Plaza y Valdés. México, 1992.

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